(1) Cuando llega el momento en que una persona que toca un instrumento, decide ser profesor de orquesta, lo primero que debe hacer es reflexionar seriamente sobre la complejidad del significado y finalidad de la música, con la dificultad añadida que implica que el hecho de tocar en una orquesta es una responsabilidad compartida con otros profesores bajo la coordinación de un director. La interpretación musical se desarrolla sobre una partitura que encierra a través de la notación musical una codificación del pensamiento filosófico de un compositor, que nos quiere transmitir un mensaje sobre sus experiencias sentimentales y filosóficas, valores intrínsecos a cualquier obra de arte. (2)

La música, a través de sus formas de expresión, tienen términos y contenidos que pueden ser nombrados y explicados, pero asimismo hay otros que no se pueden explicar, solo se pueden sentir. (3)

Para interpretar una partitura, no es suficiente con tocar las notas, hace falta mucho más que eso; hay que atender al sentimiento, es decir, al mensaje codificado en la partitura como resultado de las experiencias vividas por el compositor, gracias a su creatividad que es sinónimo de inspiración. (4)

La música es un arte que participa sin duda de una realidad multidisciplinar, comparable a un monolito indivisible
. Por lo tanto cuando se llega a ser profesional de la música, se da uno cuenta de que lo estudiado anteriormente, por separado, en realidad es un conjunto de conocimientos que deben ser ampliados mucho más. Además todo este conocimiento, tiene que ser complementado inexorablemente con la creatividad tanto por los compositores e intérpretes como, no menos, por los oyentes.

En realidad todas las personas son creativas. (5)
Sin embargo hay una creatividad extrema resultado del desarrollo de las habilidades correspondientes a las llamadas siete inteligencias que componen el cerebro, creatividad extrema propia de los genios. (6)

En música, que no es una ciencia exacta, la perduración en tiempo, la creatividad y la interpretación dan la patente, que se manifiesta en el estilo de un compositor o intérprete, que suele ser inconfundible para los profesionales y para los melómanos.
Por esto los intérpretes tenemos que hacer uso de nuestra creatividad y conocimientos a través del pensamiento convergente para poder dejar fluir el mensaje que decodificamos.

En otras palabras, podemos afirmar que el acto creativo es un acto filosófico que el compositor plasma en una composición.
La interpretación de esta composición se hace a través de la estética musical y se concreta por medio del análisis creativo. Este tipo de análisis creativo recibe la denominación de fenomenología de la música.

La fenomenología musical es la ciencia que estudia el fenómeno de los sonidos no interpretables, sonidos que son así por sí mismos y no admiten ser interpretados. Son siempre los mismos sea quien sea el intérprete.
La música es una estructura controlada de un material sonoro que comunica, a través del intérprete, la visión personal de la experiencia filosófica, como acto de una vivencia artística del compositor.

Como se deduce de la definición de la música, hay tres puntos que confluyen en una realidad filosófica, que hay que investigar y conocer para tener verdaderamente conciencia del acto creativo e interpretativo, aunque las respuestas a las preguntas que plantea la música - ser, saber, valorar- son difíciles de concretar.

Los tres puntos mencionados en la definición de música representan, en realidad, una cadena que puede tener un modelo esquemático formado por los siguientes componentes:
  1. Filosófico, que representa al compositor como emisor de la música a través de una composición plasmada en una partitura por medio de un código que es la escritura musical como lenguaje. (7)
  2. Estético, fenomenológico, que representa al intérprete que es el canal de transmisión, como decodificador y reconstructor sucesivo del mensaje filosófico del compositor.
  3. Oyente, que es el receptor del mensaje del compositor y por lo tanto realiza un acto estético cuyo fin es un acto filosófico.
La música antes de plasmarse en una partitura es de naturaleza etérea en el pensamiento del compositor y por lo tanto material filosófico, es decir, la música como acto creativo en su parte inicial no es material en su estructura y forma organizativa.
La escritura musical, siendo inexacta, no transmite en modo alguno las intenciones exactas de los compositores. Por esto los intérpretes tienen que apoyarse en la tradición interpretativa que representa la experiencia de anteriores intérpretes transmitida de generación en generación. (8)
Para llegar a una interpretación lo más cercana a la intención creativa del compositor, tenemos que analizar el acto interpretativo a través de la fenomenología de la música.

En su aplicación como herramienta de investigación y análisis de la música, la fenomenología está determinada por la condición humana a través de elementos como la ilusión, actitud, mentalidad, sensibilidad, flexibilidad y talento. La condición humana, asimismo, está influida y determinada siempre por el factor espacio-tiempo.

Con lo expuesto
hasta este momento, queda en evidencia que los conceptos filosóficos generan y determinan los valores estéticos y formales en la música

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1. La fenomenología afirma que la percepción es/debería ser un proceso de descripción rigurosa de nuestra experiencia con datos sensibles no basada en teorías, suposiciones o presuposiciones, solo a priori, esa parte de nuestro conocimiento que poseemos independientemente de cualquier experiencia. La contribución nueva e interesante que la fenomenología aporta a las artes es este enfoque de espectador como organizador activo de las percepciones, no como receptor pasivo de objetos invariables. (Lewis Rowell. Thinking about of Music. 1983. The University of Massachusetts Press, Amherst).
2. Esa interpretación como “lenguaje de un mundo espiritual”, como un “sánscrito misterioso” o jeroglífico por la falta del esclarecedor lenguaje de las palabras, no fue el único intento de iluminar la esencia de aquella música instrumental absoluta, sin objeto ni concepto”. (Dahlhaus C. La idea de la música absoluta. Idea Books. 1999 Barcelona)
3. Las obras de arte son depositarias de energía psíquica, y transmiten esta energía de acuerdo con la cualidad de la atención que se les presta. Los efectos de esta energía pueden ser descritos como sensaciones de felicidad, conciencia despierta, tranquilidad o la voluntad de abandonar nuestras cuestiones personales para entregarnos a la experiencia universal. Esta energía es extremadamente efímera y volátil, y frecuentemente se disipa en el momento en que la recibimos. (Del Campo P. Coord. La música como proceso humano. Estar creativos, estar conectados. Autora Silvia Nakkach. Amarú Ediciones, Salamanca, 1997.)
4. De todas las artes, la música es posiblemente la más satisfactoria; carente de los límites de la palabra, lleva un mensaje universal desde el compositor al intérprete y al oyente en un continuo fluir, dejando una esfera de acción entre elector y el público para transformar la concepción y la recepción según sus naturalezas y necesidades.
(Del Campo P. Coord La música como proceso humano. La música y el proceso creativo humano. Autor Sir Yehudi Menuhin. Amarú Ediciones, Salamanca 1997).
5. La creatividad como estado de conciencia es una acción positiva, un vehículo de cultivo virtudes humanas. Como toda sadhana, la creatividad se pone al servicio del desarrollo personal y genera una especie de conectividad de carácter espiritual, que desde el Ser interior apunta hacia una energía que es más que uno mismo. (Del Campo P. Coord. La música como proceso humano. Estar creativos, estar conectados. Autora Silvia Nakkach. Amarú Ediciones, Salamanca 1997).
6. La creatividad se apoya en grandes cantidades de originalidad e inspiración; en otras palabras, en algo espontáneo, profundo y real. Es un estado de gracia, una condición equilibrada de la que forman parte nuestra herencia del pasado antiguo, así como nuestras experiencias en la vida diaria y en nuestra proyección de futuro. También es un estado elevado de conciencia que unas veces aporta revelación y otras evita una vida de búsqueda. (Del Campo P. Coord. La música como proceso humano. La música y el proceso creativo humano. Autor Sir Yehudi Menuhin. Amarú Ediciones, Salamanca, 1997).
7. En la filosofía de la historia musical de Wagner es Beethoven quien ha desarrollado la capacidad lingüística de la música instrumental hasta el punto en que la expresión musical, en vez de quedar limitada al sentimiento in abstracto, alcanza una determinación individual: una determinación que no obstante, al final, en la Novena sinfonía, había requerido palabras, porque como determinación sin objeto, como expresión más individualizada sin contenido objetivo, había caído en una contradicción interna. (En 1851, en ópera y drama, Wagner atribuye exclusivamente a Beethoven la capacidad lingüística individualmente determinada, pero más tarde, en la década de 1870- como se puede deducir de las palabras de Wagner sobre la “melodía infinita”-, reconoce también la importancia de Bach para el desarrollo del carácter lingüístico de la música instrumental). (Dahlhaus C. La idea de la música absoluta. Idea Books. 1999 Barcelona)